Lacea Lames continúa este viernes y sábado a lo largo del día en diferentes espacios de la Universidad EAFIT. En la imagen, la conferencia de Lucila Berniell y Sergio Urzua.
Después de meses de investigación en 10 ciudades capitales de América Latina y mediante encuestas a diez mil personas, un grupo de economistas, liderados por la argentina Lucila Berniell, economista principal de la dirección socioeconómica del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), pudo determinar cómo las habilidades de las personas intervienen de manera radical, no solo en la calidad de vida, sino en la disminución de la inequidad en la región.
Sin ser concluyente al respecto, la investigación -que se presentó el jueves 10 de noviembre durante la primera jornada de Lacea Lames, evento que se extenderá hasta el sábado 12 en EAFIT- dejó claro no solo que los habitantes de América Latina tienen muy pocas habilidades para defenderse en la vida, sino que las pocas que tienen están muy mal distribuidas dentro la población. Esto explicaría, en gran medida, por qué la región sigue siendo una de las más inequitativas del mundo.
Dentro de su exposición, la economista de la CAF demostró cómo los factores biológicos, familiares, educativos, laborales (lugar de trabajo) y ambientales determinan el número de habilidades para el diario vivir. Cuando menciona, por ejemplo, el aspecto familiar y la inversión que los padres hacen en los hijos, prioriza el tiempo al dinero: “Para el futuro del niño y el desarrollo de sus habilidades es mucho más importante cuánto tiempo pasan los padres con ellos que el dinero invertido”, dijo Berniell.
Además, dio estadísticas que demuestran la gravedad del tema de infancia en la región: solo el 50 por ciento de los embarazos son deseados, el 20 por ciento de las mujeres menores de 19 años ya son madres o están embarazadas y casi el 80 por ciento de los niños no reciben una dieta balanceada.
Luego se detuvo en los factores educativos y centró sus conclusiones en las habilidades de los profesores más que en la de los jóvenes. Y la razón hace parte de la lógica: “Las habilidades adquiridas por los niños en las escuelas dependen, básicamente, de la calidad de los docentes”. Si bien reconoció el aumento de la cobertura educativa en todos los países de América Latina, la calidad sigue siendo un lastre; y el problema se centra en la selección de los profesores, su entrenamiento y los incentivos. “Es ahí donde se debe enfocar todo el esfuerzo institucional”, dijo la economista.
Mediante cuadros comparativos y fórmulas estadísticas, Lucely concluyó su intervención diciendo que aquellas personas “con mejor educación y habilidades socio-emocionales tienen más ventajas competitivas que los demás”. Esto explicaría, en parte, por qué en América Latina el 50 por ciento de las personas tienen un trabajo informal.
Sergio Urzua (Universidad de Maryland), por su parte, quien dio su opinión sobre la investigación de la CAF, halagó los hallazgos, no sin antes advertir que las habilidades también tienen que ver con las tareas que las personas desarrollen en determinada empresa; y lanzó una pregunta al auditorio: “Si un almacén no vende lo deseado durante un mes, esto se debe, ¿a las pobres habilidades de los trabajadores o a que están en el lugar equivocado a pesar de tener habilidades?”.
Al final, y a pesar de las estadísticas poco esperanzadoras para la región, ambos investigadores coincidieron en que la clave está en la infancia y en la educación. En la medida en que los niños lleguen mejor preparados a las escuelas desde sus hogares y puedan adquirir nuevas habilidades gracias a la calidad de los profesores, la inequidad en la región tendrá que disminuir.
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